Una de las razones que hace que amamantar a un bebé sea lo más lógico y recomendable es que el pecho materno, tras dar la mujer a luz, continua haciendo la labor que el útero y la placenta no pueden finalizar en los nueve insuficientes meses de gestación.
A nivel cerebral tiene la función de ayudar a que el cerebro crezca y se desarrolle creando sustancia blanca y sustancia gris y un estudio reciente ha demostrado esto mismo, porque se ha visto que los niños que toman leche artificial tienen un peor desarrollo cerebral que los que toman leche materna.
¿El pecho materno sigue el trabajo de la placenta?
Así es. Los bebés nacen muy inmaduros, antes de tiempo. Tan antes de tiempo que, como se dice habitualmente, dejas a un bebé en el suelo y sus probabilidades de sobrevivir son nulas. En otras especies animales las crías nacen siendo capaces de andar y de seguir a la madre, por ejemplo, pues nacen mucho más desarrolladas.
Esto quiere decir que la evolución ha previsto que los bebés sigan fuera del útero el desarrollo que no se ha completado en la gestación. La placenta empieza a traspasar células inmunitarias al bebé en las últimas semanas de gestación, para que nazca con un mínimo de protección. Ese mínimo debe irse fortaleciendo tras el nacimiento y sabemos que su sistema inmunitario no acaba de madurar hasta una edad comprendida entre los dos y los seis años.
La manera de fortalecer el sistema inmunitario es mediante la lactancia materna. Es decir, lo que la placenta no ha logrado terminar, el trabajo que deja a medias, debe ser continuado por el pecho de la madre, por sus glándulas mamarias. Hay un traspaso de poderes, ya que en el momento en que la placenta sale el pecho empieza a producir leche, tomando el testigo.
De ese modo la leche materna provee al bebé de células inmunitarias y de cientos de sustancias que siguen haciendo lo que no se ha podido terminar in útero (como podéis ver en esta imagen de arriba, donde se ven las diferencias entre la leche artificial, a la izquierda, y la leche materna, a la derecha, imagen que comentamos aquí), como por ejemplo, que es el tema que tratamos hoy, continuar con el desarrollo cerebral. Un bebé nace con un tamaño cerebral del 25% del que será su cerebro en la edad adulta, así que la leche materna, que es el alimento del bebé, tiene como misión promover el crecimiento y desarrollo del mismo.
El problema viene cuando un bebé no toma leche materna
Porque la leche artificial no sabe en qué punto se ha quedado el bebé, no sabe cuáles son las semanas en que ha nacido, cuáles las condiciones, cuál el nivel de desarrollo y porque no contiene las mismas sustancias que contiene la leche materna, obviamente.
Los niños que toman leche artificial tienden a tener peor cociente intelectual y una peor respuesta en el funcionamiento cognitivo en la infancia y adolescencia.
Esto se ha constatado en este estudio realizado en la Universidad Brown, realizado mediante resonancias magnéticas y observando el desarrollo cerebral de niños menores de 4 años. En dicha investigación vieron que a los dos años, los niños que habían sido amamantados de manera exclusiva durante al menos tres meses tenían un mejor desarrollo en zonas clave del cerebro en comparación con los niños que hicieron lactancia mixta (materna y artificial) y los que tomaron fórmula de manera exclusiva.
Al parecer, los niños que no fueron amamantados tenían un peor desarrollo, un menor crecimiento cerebral, en las zonas relacionadas con el lenguaje, la función emocional y las habilidades cognitivas. En la próxima imagen pueden verse las áreas del cerebro en que se aprecian cambios entre los niños alimentados de un modo u otro:
Sean Deoni, profesor asistente de ingeniería en la Universidad Brown y autor principal del estudio, conocedor de que los estudios previos mostraban diferencias en el desarrollo cognitivo de unos y otros niños, explicó que querían saber cuál era el momento en que todo sucedía:
Queríamos ver en qué momento se producen estos cambios en el desarrollo del cerebro [...] Hemos demostramos que están allí casi de buenas a primeras.
Cómo hicieron el estudio
Para hacer el estudio, como hemos comentado, utilizaron máquinas de resonancia magnética silenciosas con las que pudieron hacer las pruebas a los niños mientras dormían. La intención era valorar la cantidad de sustancia blanca en el cerebro, que es la que contiene las fibras nerviosas largas y la que se encarga de transmitir los impulsos entre las diferentes partes del cerebro. A mejor desarrollo, mejor comunicación.
Los investigadores estudiaron a 133 niños de edades comprendidas entre los diez meses y los cuatro años. Todos nacieron a término y provenían de familias con estatus socioeconómicos similares. Los niños fueron divididos en tres grupos: los que fueron amamantados de manera exclusiva al menos tres meses, los que tomaron leche materna y leche de fórmula y los que fueron alimentados sólo con leche de fórmula.
Mejor desarrollo según la alimentación y mejor desarrollo con lactancia prolongada
Además de buscar cuál era el momento en que unos niños se diferenciaban de otros, quisieron saber también cuánta era la diferencia entre el crecimiento de sustancia blanca de los tres grupos de niños. De nuevo citando a Deoni:
Estamos encontrando que la diferencia [en el crecimiento de la sustancia blanca] es del orden de 20 a 30 por ciento, cuando la comparación es entre niños amamantados con niños no amamantados.
Finalmente, quisieron ver cuáles eran los efectos de una lactancia prolongada en el cerebro y compararon a bebés amamantados más de un año con los que fueron amamantados menos de un año. Vieron que el crecimiento del cerebro era significativamente mayor en los bebés que fueron amamantados más tiempo, sobretodo en las áreas cerebrales encargadas de las funciones motoras.
En la siguiente imagen pueden verse las áreas en las que el cerebro se ve beneficiado por una lactancia prolongada:
¿Cómo afecta esto en la vida cotidiana?
Una vez obtenidos los datos, los investigadores hicieron pruebas cognitivas en los niños mayores, para ver las diferencias entre unos y otros. Encontraron que los niños que tomaron leche artificial tenían peor rendimiento en el dominio del idioma, en la recepción visual y en el desarrollo psicomotor que los niños alimentados con leche materna.
Si nos preguntamos cómo afecta en la vida cotidiana, es muy difícil decirlo, precisamente porque estamos comparando unos niños con otros. Lo genial, lo ideal para saber el alcance real de las diferencias, sería que pudiéramos tener a dos niños iguales (imposible, claro), siendo alimentados de diferente modo. Dicho de otro modo, para saber cómo yo, que fui alimentado básicamente con leche artificial, sería de haber sido alimentado con leche materna de manera prolongada necesitaría tener a mi lado a otro Armando, a ese que fue alimentado con el pecho, y a partir de ahí empezar a compararnos. Personalmente no creo que ese otro yo fuera muy diferente a mí, quizás obtendría algún punto más en un test de medición del cociente intelectual, pero en el tú a tú las diferencias serían imperceptibles (que no deja de ser mi opinión vistos los gráficos comparativos del estudio).
La importancia de seguir abogando por el amamantamiento y de que los profesionales se formen y se reciclen continuamente
En cualquier caso, se confirma que desde los servicios de salud se debe seguir promoviendo la lactancia materna y dando información para que las madres tomen una decisión informada y para confirmar algo que me parece aún más importante, que los profesionales deben seguir formándose y reciclándose continuamente para poder ayudar a aquellas madres que quieren dar el pecho pero que se hallan con problemas que nadie les sabe resolver. Sabemos que el 93% de las mujeres que dejan de dar el pecho preferirían no haberlo dejado, y esto es claro síntoma de que no han encontrado personal formado capaz de dar solución a sus dificultades.
Todos sabemos que la leche materna es lo mejor, pero de nada sirve que médicos, enfermeras y comadronas expliquemos a las madres que lo ideal es que den el pecho, si luego cuando acuden a nostros porque tienen problemas no somos capaces de dar soluciones y acaban dando leche de fórmula porque acaba siendo la única manera de disfrutar alimentando a sus hijos.
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