Es difícil pensar que la mujer que carga en brazos a los tres bebés que acaba de parir pronto no volverá a verlos nunca más. Las dos niñas y el niño serán entregados a una pareja griega que no puede tener sus propios hijos.
Sólo sabrá de ellos gracias a una fotografía anual y una carta que le contará como van creciendo.
Carole Horlock tiene 41 años y es madre subrogada, o madre de alquiler. De hecho es la más prolífica de Gran Bretaña, que con los trillizos que acaban de nacer suma un total de 12 hijos digamos, “ajenos” (incluyendo un par de mellizos), más 2 hijos propios.
Su útero ha servido durante diez años de incubadora para los óvulos fecundados de las parejas que la contrata para cumplir su deseo de ser padres.
La mujer expresa que no siente ningún vínculo emocional con los niños en el útero, que no los siente como sus hijos. No me lo explico, pero imagino que de sentirlo, sería muy difícil desprenderse de un bebé que ha crecido dentro de uno. Evidentemente, tiene muy claro cuál es su papel.
El alquiler de vientre es una práctica prohibida en algunos países como España, aunque se ha pedido su legalización, pero si permitida en otros como el Reino Unido y Estados Unidos donde acuden muchas parejas persiguiendo el sueño de ser padres.
Es un tema polémico pero, ¿por qué no permitirlo cuando se procede legalmente y los fines son nobles? En definitiva, es un acuerdo entre dos partes que se benefician. Esta madre subrogada, que recibe su compensación, ha hecho felices a nueve parejas.
Pero aquí no acaba todo. A pesar de su edad y antes de cerrar la fábrica definitivamente, todavía tiene planeado un futuro embarazo para una pareja británica.
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