De vez en cuando, en esta loca vida que llevo de un lado a otro, consigo frenar y fijarme en las cosas que suceden a mi alrededor. Darme cuenta que mis hijos ya no son bebés, que ahora demandan de mi algo distinto que hace unos meses, que son capaces de sorprenderme con mil ideas, gestos y frases. En definitiva, que ellos crecen y no van a esperarme, que soy yo el que debe decidir que es lo realmente importante y qué no debo perderme de su vida. Y eso es una de las cosas más difíciles a las que nos enfrentamos, el ver como crecen, las cosas que son capaces de hacer o decir.
Es justo en esos momentos en los que me siento, respiro y dejo que me invada su mundo cuando me encuentro rodeado de dragones, juegos, libros, canciones de letras sin sentido y de mil sorpresas diferentes cada día. Estas son algunas de las cosas que más me han sorprendido de mis hijos.
La literalida:
Las cosas son blancas o negras, el gris es otro mundo y no una combinación de los anteriores. Así podría perfectamente definir un día cualquiera en la vida de mis hijos. Es increíble como te das cuenta que tu vida está llenas de excepciones. Que eso d¡que debería ser algo puntual, realmente se ha convertido en lo común en nuestras vidas. Ha sido con ellos como me he dado cuenta de lo difícil que resulta para ellos adaptarse al día a día de un adulto y lo importante que es ir entendiendo y asimilando que el mundo está lleno de contradicciones. Ejemplos muy claros de esto podrían ser:
- Si las manzanas son amarillas, "esto" de color rojo, que me has dado cuando te he pedido una manzana no es una manzana.
- Da lo mismo que lo que me hayas puesto en mi plato tenga la misma pinta que lo tuyo, huela como lo tuyo y sepa como lo tuyo, si no sale de tu plato no estamos comiendo lo mismo. Cuantas discusiones en la mesa me costó hasta que al final decidí servir desde un plato central.
- Los verbos irregulares. ¿Qué difícil parece ahora tener que aprenderse todas esas formas que no cumplen la norma?
Dormir
¿Cuántas veces nos hemos ido a la cama mucho más tarde de lo que deberíamos porque estamos haciendo algo entretenido, hay un programa en la tele que nos interesa o simplemente estamos a gusto charlando con nuestra pareja o con amigos?
Para un niño, llega un punto en que hasta el más trasnochador de los infantes es vencido por el sueño y es que cuando llega la hora, cuando se alcanza ese punto límite, único para cada niño y ocasión, va a dar lo mismo lo interesante que sea lo que esté viendo o haciendo, incluso los grandes esperados de estas fechas, Reyes y PapaNoel no son rivales para las hadas de los sueños.
Ahora que van creciendo son capaces de aguantar la llamada de Morfeo un poquito más, pero aún así te sorprende ver como algunas veces se rinden a la evidencia y cantan eso del "camino de la cama, es el mejor camino".
Dónde y cómo dormir
Es una de las cosas que más envidio de mis hijos. Mira que soy una persona poco dada a complicarme la vida con el sueño, básicamente lo que necesito es algo blando donde dejarme caer, una almohada y poco ruido, nada mas. Pero es que ellos me sorprenden cada día.
¿Os habéis fijado en los lugares donde se han dormido vuestros hijos alguna vez? Yo os numero los de mis hijos: sentados en la mesa usando el plato como almohada), mientras jugaban (entrar en la habitación y encontrarle durmiendo encima del suelo y con los juguetes aún en la mano), encima de infinidad de cacharos varios a los que la cama de un faquir no tendría nada que envidiar.
Se que no todos los niños son iguales, pero me hace gracia ver una casa llena de adultos comportarse como si estuvieran allanando un museo para no hacer ruido y que no se despierte el niño, cuando, al menos en algún caso que conozco podríamos dejar al roro encima de los altavoces de un concierto de Heavy Metal. Aunque no viene mal comprobar de vez en cuando como va nuestra propia psicomotricidad fina.
La sinceridad
Ya lo dice la sabiduría popular, los niños y los borrachos siempre dicen la verdad. Y al menos, los niños la dicen sin el menor tapujo y para nuestra desgracia, a un volumen mucho más alto del deseado.
"Mira papá ese hombre no tiene pelo en la cabeza como tú" (Menos mal, que al menos somos del mismo equipo)
"Le he dado un beso a la señora y me dijiste que me dabas una chuche. ¡Quiero mi chuche!" Un trato es un trato. (La próxima vez habrá que añadir alguna cláusula)
Pasarte la tarde preparando un plato que piensas les va a encantar y que te reciban con "eso no huele muy bien" (Es muy dura la vida de un chef infantil)
Seguro que vosotros tenéis vuestros momentos de tierra trágame propios.
La imaginación
No podría faltar en esta lista. Y a pesar de que aún son muy pequeños y no tienen el desarrollo que alcanzarán con ocho años o más por ejemplo, pero aún así sus explicaciones sobre el mundo que les rodea suelen ser desternillantes y no faltas de cierta lógica.
Poco a poco vas viendo como pasa del "si no lo veo no existe" a desarrollar complejas historias acerca del origen de los piratas, los volcanes o Mickey Mouse y lo más divertido es que son capaces de relacionarlo todo sin despeinarse.
Y todo ello en apenas un par de años. Increíble.
La importancia de las cosas pequeñas y los detalles
He de reconocer que nunca he sido de esos hombres que siempre andan pendientes de hasta el más mínimo detalle, lo mio es o era, supervivencia en pareja. Pero todo cambió cuando llegó mi hijo o más bien, cuando llegó esa época entre los dos y los tres años en la que empezamos con los berrinches y los llantos inconsolables sin venir a cuento (o eso nos parece siempre en el primer momento). Una galleta con la esquina rota, un cuento en el que te has saltado una frase, cambiar de camino para ir al colegio, todo ello era motivo para encontrarte con un niño desconsolado mirándote como si hubieras hecho la mayor maldad del mundo. Y da lo mismo que intentes hablarle sobre excepciones, caminos que llevan a Roma o que una galleta sigue siendo una galleta por muy rota que esté, no te has fijado en esos pequeños detalles y la vamos a tener.
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