Llega el verano y con ello los peques comienzan a tomar bebidas frías y helados. Las consecuencias muchas veces son las infecciones en las vías respiratorias y la tan temida tos. Cuando los niños empiezan a toser de manera persistente y continuada, a los padres nos llega la angustia. Este es uno de los motivos más frecuentes de visita a la consulta del especialista.
Los pediatras de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), distinguen dos tipos de toses: la aguda y la que es crónica o persistente.
Lo primero que debemos dejar claro, es que la tos es un mecanismo de defensa y limpieza que utiliza el aparato respiratorio para eliminar las secreciones o cuerpos extraños.
La tos aguda es aquella que acompaña a un proceso respiratorio agudo y que va disminuyendo al mismo tiempo que las infecciones respiratorias con las que se produce, mientras que la tos crónica es aquella que persiste más de cuatro semanas o tiene una frecuencia superior a la esperada para la edad del niño.
Hay que diferenciar si la tos es seca, metálica o con estridor, que nos indica una localización en las vías altas de la tos seca nocturna o de madrugada que suele deberse a asma o hiperreactividad bronquial y puede aumentar con el ejercicio, al subir escaleras o incluso al reír.
Para el tratamiento de la tos, los expertos aconsejan, una hidratación oral abundante con líquidos templados, frecuentes lavados nasales con suero fisiológico, también evitar el aire caliente y seco, no fumar en presencia del niño y a la hora de dormir elevar un poco la zona de la cabeza y el pecho.
No obstante, cuando notemos que la tos persiste, lo más sensato, es acudir al pediatra para que diagnostique al peque y lo trate de forma adecuada porque, y como siempre, recordamos que no es recomendable automedicar a los niños.
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