Es normal que los niños menores de tres años tengan problemas a la hora de dormir. Que no duerman de un tirón, que se despierten muchas veces por la noche, que lloren, que se pasen a la cama de los padres… todo es normal, no desesperéis.
Ahora bien, cuándo sabremos que el problema de nuestro hijo es serio y que ha llegado el momento de acudir a un profesional especializado.
En general, la respuesta al interrogante es cuando ese mal dormir de la noche repercuta en las actividades cotidianas diurnas del niño, ya sean psíquicas como físicas.
Antes los siguientes síntomas, es recomendable tratar los problemas del niño en una unidad especializada de sueño infantil, aunque antes coméntaselo al pediatra.
● Cuando el niño presenta somnolencia excesiva durante el día que le impide realizar sus actividades normalmente.
● Si ronca demasiado y da la sensación de que deja de respirar por breves segundos, podría sufrir apena del sueño.
● Si presenta crisis epilépticas nocturnas o sonambulismo frecuente o suele hablar o gritar demasiado por las noches.
● Si da patadas violentas, se mueve mucho en la cama hasta el punto de caerse, las sábanas amanecen hechas un lío, podría sufrir el síndrome de las “piernas inquietas”.
● Si notas que tu hijo está muy irritable, sensible o le cuesta concentrarse, se muestra hiperactivo y su rendimiento en el colegio ha disminuido sin haber otros motivos posibles.
● Si tiene despertares traumáticos y confusos, o tiene pesadillas muy frecuentes y notas que se despierta agitado.
● Si tiene algún antecedente familiar de muerte súbita del lactante.
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