Los niños, al igual que los adultos, pasan a lo largo de su infancia por determinadas situaciones o adversidades que no resultan fáciles de afrontar. En este tipo de situaciones, a veces requieren de una ayuda "extra", o de un tipo de acompañamiento emocional que, como padres, podemos ofrecerles.
Hablamos de situaciones tan diversas como un problema con un amigo, el divorcio de los padres, la muerte de un ser querido o la llegada de un hermano, entre otras. Para acabar, reflexionamos al final del artículo sobre el aprendizaje que toda vivencia deja, sea del tipo que sea.
Situaciones frecuentes y adversidades: ¿Cómo les ayudamos a gestionarlas?
¿De qué situaciones hablamos, cómo las pueden vivir y cómo las abordamos con ellos? Hablamos de ellas y comentamos algunas claves para ayudarles a gestionarlas:
Peleas con otros niños
Las peleas con otros niños pueden generarles tristeza a nuestros hijos, o sentimientos de soledad, inseguridad... Y es que, a estas edades, las amistades, así como el sentido de pertenencia a los grupos, son temas que se convierten en especialmente importantes para ellos.
Por ello, es importante que en casa puedan verbalizar este tipo de vivencias. Que les preguntemos, que indaguemos en su estado anímico y sobre todo, que creemos un clima de confianza en el que se sientan a gusto para poder expresar cómo se sienten.
Podemos trabajar con ellos a través de estrategias que les permitan gestionar o resolver los conflictos, como por ejemplo: potenciar en ellos habilidades sociales, habilidades de negociación, cultivar la asertividad (lo que incluye la capacidad para establecer límites y saber decir "no"), etc.
La llegada de un hermano
La llegada de un hermano puede suscitar en nuestro hijo sentimientos como los celos, el miedo a no recibir la misma atención por parte de los padres, la sensación de incertidumbre de cómo cambiarán las cosas a partir de ahora... Es normal que la llegada de un miembro nuevo a la familia suscite en ellos este tipo de sentimientos.
Por ello, deberemos intentar acoger esas emociones, permitiéndoles sentir y ofreciéndoles estrategias para que puedan expresarlas libremente.
La comunicación con ellos también resultará clave aquí: explicarles bien la situación, preguntarles por posibles dudas que tengan, hacerles saber que les seguiremos queriendo y compartiendo tiempo con ellos, etc.
Problemas en el cole
Los problemas en el cole pueden ser de diferente tipo: dificultades académicas, problemas con los compañeros, con los profesores... Este tipo de problemas también generan angustia en los más pequeños, y por ello, debemos ofrecerles herramientas que les sirvan para gestionarlos de la forma más saludable posible.
Aquí será importante que ellos puedan comunicarnos qué les preocupa (cultivando con ellos un ambiente de confianza para que se expresen). Por otro lado, enseñarles estrategias adecuadas de afrontamiento puede ayudarles; por ejemplo, enseñarles a afrontar la situación que les preocupa en lugar de evitarla.
Decepciones
Los niños, al igual que los adultos, se decepcionan cuando una expectativa que tenían no se cumple. Pueden decepcionarse por múltiples situaciones: un bajo rendimiento en la escuela, la traición de un amigo, el hecho de esperar ir a un sitio o de hacer algo que les gusta y al final no poder, etc.
A la hora de gestionar este tipo de situaciones, irá muy bien trabajar con ellos la tolerancia a la frustración. Y es que la frustración aparece cuando esperábamos algo que no llega, o cuando las cosas no salen como esperábamos.
Si les ofrecemos estrategias de regulación emocional (por ejemplo, la técnica de la tortuga o la técnica del semáforo), podemos ayudarles en ese afrontamiento de la decepción. Claro que no evitaremos que se decepcionen (la decepción también es aprendizaje), sino simplemente, les haremos el camino más llano a la hora de integrar que las decepciones también forman parte de la vida.
La muerte de un ser querido
La muerte de un ser querido conlleva un proceso de duelo. El duelo es la reacción normal a la pérdida, y se acompaña de síntomas físicos y psicológicos.
A la hora de acompañar a nuestro hijo ante una vivencia así, será importante explicarle la situación, adaptando nuestro lenguaje a su edad y a su capacidad de comprender la muerte.
Pero sobre todo, siendo honestos con ellos y nunca distorsionando la realidad. También será importante que puedan disponer de momentos para expresar sus emociones y sus dudas, y que podamos acompañarlos y resolver esas dudas. Hablar del ser querido fallecido puede ayudar, y también, hacer una carta de despedida, un pequeño ritual, etc.
Un divorcio
La vivencia del divorcio de los padres es una situación que resulta estresante para muchos niños, y para muchos otros, puede llegar a resultar incluso traumática.
Hemos de tener en cuenta que una situación así cambia las dinámicas familiares, la organización del tiempo, la logística... Y todos estos cambios, conviene que podamos anticiparlos adecuadamente.
Además, será importante que les desculpabilicemos de todo el proceso, ya que es frecuente que los niños se sientan culpables por la separación, aunque no tenga nada que ver con ellos.
En este sentido, deberemos transmitirles la siguiente idea: que ellos no tienen la culpa de nada y que, aunque papá y mamá ya no siguen juntos, van a poder seguir contando con los dos, con todo su amor y cariño, aunque la situación familiar haya cambiado.
El aprendizaje que implican las adversidades
Las adversidades de la vida son pequeños obstáculos que no hacen más que enseñarnos que a veces, necesitamos poner en práctica nuestra capacidad de adaptación.
Y es que, la buena noticia es que todas estas vivencias fortalecerán la resiliencia de tus hijos y potenciarán en ellos el mensaje de que a veces la vida no es fácil, pero que seguimos con ellos en ese camino.
La metáfora de la vida y del viaje en bicicleta
Así, se trata de aprendizajes constantes que no debemos evitarles vivir, al contrario: debemos animarles a afrontar este tipo de situaciones porque les harán más independientes y, además, les permitirán ir aprendiendo el mensaje de la vida, que no es otro que esta está en constante cambio.
Y este recorrido, en cierta manera, es como ir en bicicleta: si no pedaleas, te caes. Por eso no se trata de evitar estas vivencias, o de reprimirlas, sino de todo lo contrario: de afrontarlas y, siguiendo con la metáfora, ¡de seguir pedaleando!
Como padres y madres, por supuesto que estaremos ahí para ayudarles a levantarse cuando se caigan, pero también para animarles a no bajarse de la bicicleta y a seguir aprendiendo y disfrutando de las experiencias positivas, que también están.
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