A lo mejor sobornar es una palabra fuerte, relacionada más bien a la delincuencia que a la educación de los hijos. Pero eso lo que hacen algunos padres con sus hijos, sobornarlos.
Muchos padres usamos el sistema de recompensas para motivar a los niños a hacer tal o cual cosa. Del estilo “si comes la comida hay helado de postre” o “si te portas bien te compro un juguete”.
Ese puede ser un ejemplo habitual de lo que hacemos la mayoría de los padres para conseguir que los niños hagan lo que nosotros queremos.
Pero hay un límite peligroso, y he aquí el problema. Cuando se abusa de la recompensa y pasa a ser más que una motivación, un soborno.
Debemos los papás ser muy precavidos para no caer en un mal uso del sistema de recompensas. Pues podría convertirse en una dinámica en la cual el niño espera siempre un premio por hacer las cosas bien, o dicho de otro modo, sólo hace las cosas bien si tiene recompensa.
Hay niños que cuando los padres les dicen algo, responden “¿que me vas a dar si hago tal cosa?”. Creo que no es la forma adecuada de educar, ni de darle el verdadero valor a las cosas. Está bien motivarlos de vez en cuando pero no basar la educación de un hijo en un sistema de premios, creo.
Llega un momento en que la comunicación entre padres e hijos pasa por lo que van a recibir más que apelar al razonamiento del niño de por qué debe comportarse bien. No deja de ser una forma cómoda de eludir la responsabilidad de educar.
Ni hablar de cuando el niño comienza a tener noción del dinero y los padres aprovechan el caso para engordar el chanchito a base de sobornos.
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