Estos días es noticia en Estados Unidos una familia compuesta por una pareja y sus once hijos, siendo el mayor de 12 años.
Larry Kilmer, de 53 años y profesor de instituto y Jen, su mujer, de 45 años, se conocieron en 1994 y se casaron tres años después. Educados en la religión católica decidieron que tendrían los hijos que Dios enviase.
El caso es que la fertilidad de la pareja ha sido envidiable (o eso o Dios quería que esta pareja tuviera un hijo tras otro) y en tan sólo 12 años han tenido once hijos, prácticamente uno por año.
Sus hijos se llaman Christina, Joe, Michelle, Julie, Tommy, Steven, Matthew, John Paul, Larry, Rosemary y Peter. Si os preguntáis por el día a día de esta familia, decir que Jen, la madre, es el pilar de la casa (bueno, esto suele ser así en todas partes).
A las cinco de la mañana Jen se levanta, lo prepara todo, y a las seis y media acude a misa. Larry, el papá, lleva a los niños al cole, mientras Jen empieza a poner lavadoras (cuatro o cinco al día), hace las compras, prepara la comida para todos y atiende a los más pequeños. Cuando ya parece que no queda nada por hacer, recoge a los niños en el colegio y ayuda a hacer los deberes a aquellos que la necesitan.
Evidentemente, y como pasa con cualquier padre y madre, hay veces en que Jen pierde la paciencia. En ese momento, antes de estallar, sale a la parte de atrás de su casa y se sienta unos minutos en el porche porque, según explica, “a veces necesitas un momento de paz”.
A las 19:30 cenan todos y a las 21:00 están en la cama. Tras dormir unas horas, todo vuelve a empezar.
Según comentan lo pasan muy bien, se ríen mucho y disfrutan siendo tantos, sin embargo lo pasan mal cuando llegan las enfermedades: “cuando entra un virus en la casa, puede tardar un mes en salir”.
Explican además que en su faceta de padres lo peor ya ha pasado, puesto que en los primeros siete años todos los niños eran pequeños. Ahora los mayores ya han crecido y estos padres delegan algunas tareas en ellos, por lo que las cargas se distribuyen un poco entre los miembros más adultos de la familia.
En cuanto a la economía familiar, la familia y los amigos les van ayudando con muebles y otras cosas, pues tan sólo trabaja Larry, el padre.
Sinceramente, no envidio la situación de esta familia (aún me faltan nueve hijos para igualarles), pero sí envidio la paciencia de esta mujer y su porche. Dice que cuando está a punto de explotar sale al porche a respirar tranquila unos minutos. Pues bien, me quedo con este consejo que es fabuloso, aunque me faltaría el porche, para sentarme y descansar la mente… en mi piso, salir a la terracita para mirar a la pared no está mal, pero no es lo mismo.
Vía | Religión en libertad
Foto | Washington Post
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