Ser padres primerizos nos lleva a cometer unos cuantos errores. La mayoría de ellos podemos decir que son producto de un exceso de confianza, o por el contrario de una falta de ella, y lo que suele ser lo más común, una falta total y absoluta de experiencia porque recién nos estrenamos en esto de la maternidad y la paternidad.
Cuando llega el segundo, creemos que el camino ya está andado y que no volveremos a caer en los mismos errores. Pero si bien hay caminos que ya hemos transitado con el primero y hay muchas cosas aprendidas, cada niño es un mundo, y habrá nuevos caminos por transitar en los que, siento decirlo, también cometeremos errores. Pero no pasa nada, de los errores se aprende. Estos son los siete errores más frecuentes que cometemos los padres con el segundo hijo.
Creer que el segundo hijo será igual que el primero
Somos animales de costumbres, y por mucho que nos hayan advertido que cada niño es un mundo, no nos lo creemos hasta que un día nos damos la vuelta y nuestro hijo pequeño se ha dedicado a hacer algo que su hermano nunca había hecho.
¡Pero si con el mayor nunca tuvimos ni un problema! Ahí lo has dicho, eso es lo principal "con el mayor", pero este es el pequeño que tiene su propia personalidad y es diferente a su hermano.
El error del niño trampa
Derivada directamente de la anterior, consiste en creer que el hijo pequeño será igual de "bueno" que lo que creemos recordar de su hermano mayor. Que dormirá del tirón, aunque realmente tardase casi dos años en hacerlo, que fuera tranquilo, aunque también haya tenido sus berrinches... pero ya sabemos que lo malos momentos se suelen olvidar. Solemos modificar nuestros recuerdos anulando los momentos no tan buenos para rescatar los que sí lo han sido.
Comparar y etiquetar
Recuerda que cada niño es diferente y ninguno es más bueno o malo, ni más listo ni menos, ni más adelantado ni menos que su hermano. Simplemente es diferente.
Cada uno tiene sus propias necesidades y sus propios ritmos de aprendizaje y no debemos ponerles etiquetas, ni positivas ni negativas. De tanto repetirla, el niño acaba asumiendo que esa etiqueta es la que le define, llegando incluso a marcar su forma de ser y actuando como los demás esperan de él.
Creer que será pan comido
No es para desanimar a nadie, pero solemos creer que ya tenemos prácticamente todo controlado y que no será tanto cambiar el pañal a un bebé que cambiárselo a dos, o dar de comer a uno que darle a dos.
Pero cuando llega un nuevo bebé, las tareas se duplican pero el tiempo no lo hace. Ahora hay que cuidar de dos pequeños a la vez, cada uno con sus propias necesidades al mismo tiempo, y lógicamente el nivel de estrés aumenta.
El tiempo disminuye, las exigencias se incrementan y la salud mental de los padres, y especialmente de las madres (si es ella quien se ocupa de los niños la mayor parte del tiempo), empeora.
Convertir al hermano mayor en más mayor aún
Es uno de los errores más habituales. Cuando llega un hermanito, nos parece que el mayor ha crecido de golpe, pero no debemos olvidarnos que es el mismo niño de hace unos meses.
No caigas en el error de decirle que "ya es mayor" para llorar, para tener berrinches o para reprobar comportamientos que son normales a su edad.
Dejar de dedicarle tiempo "a solas" al mayor
Tener un recién nacido en casa es tan absorbente que no nos damos cuenta de lo que sucede a nuestro alrededor y de las señales de atención que puede darnos el mayor.
Tu hijo te sigue necesitando igual que antes, independientemente de que haya un nuevo bebé en casa. Por eso, dedícale tiempo en exclusiva como hacías antes, tómate tiempo para jugar con él, leerle un cuento o dar un paso "a solas" como hacías antes.
También es una buena idea involucrarlo en el cuidado del bebé, incluso desde antes de nacer, pero sin cargarle con la responsabilidad de que es su obligación cuidarlo.
Ir demasiado deprisa
Con el fin de ajustarnos al ritmo del mayor, obligamos al pequeño a ir más rápido de lo que debería por su edad. Al no poder dedicarle todo el tiempo que le dedicábamos al mayor, el segundo vive en un entorno más acelerado.
Es importante que lo tengamos en cuenta y nos adaptemos a sus ritmos, sin dar por hecho que por ser el segundo ya está estimulado por el hermano mayor y no necesita más.
Creer que no vas a poder darles el cariño que se merecen
Amamos tanto al primero que cuando nos enteramos que un nuevo bebé viene en camino nos invade la culpa de "¿podré quererle tanto como al mayor?". Pero cuando nace, todas las dudas se disipan y te das cuenta que el amor por los hijos no se divide, sino que se multiplica con cada hijo. Tienes mucho amor para dar a cada uno de tus hijos.
Guardar los trastos que no usaste con el primero pensando que esta vez los usarás
Con el primero caemos en el error de comprar o recibir de regalo unos cuantos trastos para bebé que finalmente resultan no servirte de nada. Sucede lo mismo que con esa ropa que ya no usamos pero de la cual no queremos desprendernos porque creemos que la próxima temporada sí la usaremos, y seguimos guardando por las dudas.
Te aseguro que si con el primero no necesitaste esos trastos, con el segundo, menos. Puedes deshacerte de ellos y despejar más espacio en casa.