Después de dos entradas hablando sobre la sobreprotección y con la misión de dejar bien definida la palabra, o de simplemente ver qué haríamos los padres ante algunas situaciones que se dan con nuestros hijos, hoy vamos a tratar otra vertiente de la sobreprotección, la que va ligada al dejar o no dejar a nuestro hijo durmiendo en casa de algún amigo.
Para saber si somos o no padres sobreprotectores, un test online nos invita a responder, entre otras, a la siguiente pregunta:
Una amiga de clase invita a tu hija de cuatro años a dormir la noche del viernes en su casa y pasar el sábado con ella. Es la primera vez que va a dormir fuera y tú no conoces demasiado a los padres.
Entonces nos ofrece las siguientes opciones:
a) Declinas la invitación alegando que tu hija es muy tiquismiquis para comer y sugieres que sea la amiga la que pase con vosotros el fin de semana.b) Hablas con los padres y te aseguras de que están de acuerdo. Luego preparas una mochila con todo lo que pueda necesitar y le das todas las instrucciones precisas para comportarse bien en casa ajena.c) Reaccionas igual que en el caso anterior, pero llamas varias veces por teléfono para ver qué tal está y el sábado vas a buscarla lo antes posible.
La primera opción: mi hija no va
La primer opción se presenta como respuesta inadecuada porque te muestras excesivamente desconfiada y porque, además, sí eres capaz de invitar a la otra niña a que pase la noche con vosotros.
Que una madre o padre digan que no me parece de lo más normal del mundo. Estamos hablando de una niña de 4 años, que no es lo mismo que una niña de 14 años. Una niña de 4 años es muy capaz de explicar las cosas que le pasan y las cosas que le dejan de pasar, pero también es muy capaz de esconder algunas cosas, o no decirlas, simplemente por creer que son normales o habituales y que no son dignas de mención, y eso puede ser peligroso.
Por poner un ejemplo, una madre del colegio de mis hijos me explicó a finales de curso que en los últimos días se enteró, por casualidad, porque su hija lo comentó como quien explica cualquier cosa, que un niño se comía cada mañana el contenido de su bocadillo, dejándola cada mañana sólo con el pan. Lo hizo durante meses y la madre se enteró cuando ya no había remedio porque el curso ya se acababa.
Tal y como dice la pregunta “tú no conoces demasiado a los padres”, así que personalmente, si no los conociera demasiado le diría a mi hija que no, que a dormir no. Si acaso trataría de que quedaran para comer, o mejor, hablaría con los padres, si tanta ilusión le hace a las niñas, para quedar el sábado todos juntos, padres e hijas.
La segunda parte de la respuesta no la tengo en cuenta. Me parece absurdo dar a los padres de la otra niña el mensaje de que “mi hija no se queda con vosotros” para luego decirles que “pero si queréis, que se quede la vuestra con nosotros”.
La segunda opción: sí hija, vas, pero pórtate bien
No sé cuál de las tres es la respuesta que en el test se considera correcta, aunque bajo mi punto de vista yo creo que es ésta, la segunda, que dice: “Hablas con los padres y te aseguras de que están de acuerdo. Luego preparas una mochila con todo lo que pueda necesitar y le das todas las instrucciones precisas para comportarse bien en casa ajena.”
Si estuviera de acuerdo en dejar a mi hija con otros padres (que como he dicho, no lo estoy), haría algo más que hablar con ellos para ver si están de acuerdo, porque entiendo que es algo que se da por sentado. No creo que nadie plante a su hija la noche de un viernes y un sábado en casa de nadie porque su hija de 4 años le ha invitado: “Ah, ¿que no se puede quedar? ¡Pero si vuestra hija le ha invitado!”. Lo más lógico es hablar con los padres y, además de quedar de acuerdo en qué hacer, tratar de conocerles un poco, ver qué piensan de ello, saber qué tienen pensado hacer por la noche y al día siguiente… vamos, lo normal si eres un padre que te preocupas por el bienestar de tu hija.
Luego dice la respuesta que le preparas la mochila y que le das todas las instrucciones para que se porte bien. Bueno, yo a mis hijos les daría muchas instrucciones sobre dónde están las cosas en la mochila, pero no creo que les dijera “pórtate bien”, básicamente porque me parece de nuevo algo que se da por sentado (yo al menos doy por sentado que se van a portar bien, no tengo que ir yo todos los días antes de que salgan de casa diciéndoles que se tienen que portar bien ni ellos tienen que hacerlo porque yo se lo diga). En cualquier caso, esta parte de la respuesta es menos importante, si se dice tampoco pasa nada.
La tercera opción: sí hija, vas, y yo ya iré llamando para ver cómo estás
La tercera opción no me parece ilógica, pero entiendo que está redactada de una manera tal que la madre o padre que lo lea pueda pensar que, de hacerlo así, serán sin duda unos padres sobreprotectores y desconfiados que ni siquiera cuando su hija no está pueden dejar de pensar en su seguridad.
Esta opción dice que “Reaccionas igual que en el caso anterior, pero llamas varias veces por teléfono para ver qué tal está y el sábado vas a buscarla lo antes posible.”, que sería como dejarla ir sin estar convencida de ello, más por el “qué dirán si no la dejo” que por el convencimiento de que allí va a estar bien. Si no queriendo que vaya al final accedes lo más lógico es que lo pases mal y que llames a menudo. Incluso es muy posible que al día siguiente tengas ganas de recogerla lo antes posible, pero si actúas así tenlo claro: para eso no haberla dejado, porque seguramente tu cabeza (o tu corazón) te decía que lo más lógico era que una niña de 4 años es demasiado pequeña para pasar la noche con una niña de su clase y con unos padres a los que apenas conoces.
¿Cuál es vuestra opción?
Yo no he elegido finalmente ninguna opción, aunque de todo lo comentado ya podéis ver que elegiría la primera opción con el matiz de no invitar a la otra niña. ¿Soy un padre sobreprotector? Pues no sé, quizás lo sea, pero como digo, tiene cuatro años, sólo cuatro.
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Foto | rolands.lakis en Flickr
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