Todos, adultos y niños, tenemos derecho a tener un mal día. Es normal frustrarse en algún momento, sentirse agotado, enfadado, decepcionado o con ganas de esconderse del mundo. Estos sentimientos son más notorios en los niños, pues son seres puramente emocionales que necesitan de nuestro acompañamiento y enseñanza para aprender a gestionar todo eso que sienten, y que no siempre es fácil de entender y controlar.
En Bebés y Más os hemos recomendado en varias ocasiones herramientas de gestión emocional para los niños, pero hoy vamos a dedicar este artículo a hablaros sobre la caja mágica de la calma: ¿en qué consiste, cómo puede ayudar y cómo prepararla?
En qué consiste la caja de la calma y cómo puede ayudar al niño a tranquilizarse
La caja de la calma tiene como objetivo ayudar al niño a reconocer y gestionar sus emociones ante un estallido o explosión emocional (rabietas). Al igual que otras herramientas similares de las que hemos hablado en anteriores ocasiones, la caja de la calma no es más que un sencillo artículo que, bien utilizado y siempre en compañía del adulto, puede ser de gran ayuda para los pequeños en esos momentos de tensión.
Aunque la caja está pensada para ayudar a recuperar el autocontrol a niños en edad preescolar, al tratarse de un recurso práctico y que podemos personalizar según las necesidades de cada uno, es posible ser utilizada por niños de cualquier edad e incluso adultos, pues ante algo que nos desborda todos podemos necesitar ayuda.
En este sentido, el adulto que acompaña al niño debe ser quien le sostenga emocionalmente, le ayude a identificar emociones y, con ayuda de los elementos que encontraremos en la caja, le guíe para que pueda volver a recuperar el estado de calma y bienestar que necesita.
¿Cuándo utilizar la caja de la calma?
Podemos ofrecer al niño la caja de la calma cuando sus emociones le desborden y necesite ayuda para gestionarlas y tranquilizarse. Por ejemplo, ante una rabieta, una frustración, una explosión emocional, un episodio de llanto inconsolable del que no sabemos la causa, una situación que le provoque tensión, un enfado...
Qué incluir dentro de la caja mágica de la calma
Por ejemplo, para identificar las emociones podemos incluir cuentos infantiles o libros, tarjetas pictográficas, un dado o ruleta de las emociones, el puzzle sencillo de un rostro para formar la expresión facial que más se asemeje a lo que el niño esté sintiendo...
Una vez que el niño encuentre la forma de expresarnos qué es lo que siente exactamente, le ayudaremos a poner nombre a esa emoción (ira, rabia, tristeza, enfado, celos...) y hablaremos sobre ella: "¿qué ha provocado que te sientas así?", "¿cómo te encuentras?", "¿en qué otras ocasiones te has sentido igual?"... En ningún momento juzgaremos ni sermonearemos, simplemente le escucharemos con atención y le ayudaremos a sacar fuera todo lo que siente con ayuda de preguntas de curiosidad.
También es importante empatizar con él y con sus sentimientos, haciéndole ver que todas las emociones son necesarias y no hay que reprimirlas, e incluso compartiendo con él situaciones que hayamos vivido en la que nos hayamos sentido igual.
Después de hablar de las emociones llega el momento de recuperar el estado de calma para volver a sentirnos bien. Para conseguir este autocontrol podemos incluir en la caja cualquier herramienta o recurso que ayude al niño a tranquilizarse, como molinillos de viento para soplar y controlar la respiración, pelota antiestrés, frasco de la calma, mandalas para colorear, ruleta con posturas básicas de yoga, rastrillo zen...
Una vez alcanzado el estado de calma (¡y siempre con ayuda del adulto!) el niño ya estará listo para buscar posibles soluciones que resuelvan el problema que ha causado su estallido emocional, así como para reparar sus errores.
Y es que es importante recordar que si bien todas las emociones que manifieste nuestro hijo son válidas, no debemos tolerar que falte al respeto o dañe a otras personas. Por eso, tras recuperar la calma interior le ayudemos a reparar sus errores y le invitaremos a disculparse con las personas a las que haya podido causar algún daño.