En contrapartida al Blue Monday o día más triste del año, hoy 20 de junio se celebra el Yellow Day o día más feliz. La idea surgió en el año 2005, cuando el psicólogo británico Cliff Arnall decidió idear una fórmula con la que medir la felicidad, el optimismo y el positivismo como parte de una campaña comercial.
Así, entre la conjunción de motivos que llevarían a este día a ostentar tan honorable título se encontraría la llegada del verano, el aumento de horas de luz y temperaturas y las ansiadas vacaciones.
Evidentemente no hay ningún dato científico que avale semejante fórmula de la felicidad, pero con motivo de este día del que todo el mundo habla hemos querido repasar qué motivos reales son los que no hacen felices a los padres; no solo hoy, sino el resto de días del calendario.
Que nuestros hijos tengan salud
La salud lo es todo, y mucho más cuando hablamos de la salud de un hijo. Sin embargo, a menudo obviamos este importante aspecto de la vida, y no es hasta que falta cuando realmente nos damos cuenta de su incalculable valor.
Cuando nuestros hijos enferman (aunque se trate de un proceso banal y típico de la infancia) es normal que los padres nos preocupemos. Nos pasamos las noches cuidándolos, asegurándonos de que están descansando, de que no tienen fiebre, y velando cada tos, cada vómito o cada lágrima.
Por eso, sin ninguna duda afirmaría que la salud de nuestros hijos es lo que más felices nos hace, y seguro que daríamos cualquier cosa por verlos crecer siempre saludables y fuertes.
Que nuestros hijos sean felices
¿Qué padre no es feliz simplemente con ver feliz a su hijo?
Cuando tengo un mal día me paro a observar a mis hijos jugar, felices, inocentes y ajenos a este mundo loco que nos rodea y de pronto siento que mis problemas se disipan como por arte de magia.
Y es que la sonrisa pura de los niños, sus risotadas escandalosas y contagiosas, y la felicidad que a menudo irradian sus ojos son algunas de las cosas que más felices nos hacen a los padres.
Ver triunfar a los hijos
Cuando hablamos de "triunfar" no nos referimos a que saquen las mejores notas, jueguen al fútbol como una superestrella o dibujen cuadros como si fueran el mismísimo Pablo Picasso.
Para cualquier padre, la felicidad es ver a su hijo triunfar en la vida haciendo lo que le gusta y siendo feliz con ello, cumpliendo sueños y alcanzando metas. La felicidad es poder acompañar a nuestros hijos en el descubrimiento de sus propias pasiones y darles alas para no ponerse límites y conquistar montañas si así lo desean.
Tener la certeza de que les estamos preparando para la vida
Nuestra responsabilidad como padres es criar hijos autónomos, independientes y que confíen en sí mismos, para que puedan desenvolverse con éxito en la vida y sepan aprovechar en beneficio propio sus fortalezas y virtudes.
Para ello es fundamental educarlos en autonomía, no hacer las cosas por ellos y proporcionarles desde su más tierna infancia todas las herramientas y recursos que necesitan para crecer de forma libre e independiente, sintiéndose capaces y confiados, pero a la vez sabiendo que pueden contar con nosotros cuando lo necesiten.
Que nuestros hijos confíen en nosotros
Mientras son pequeños, lo lógico y deseable es que nuestros hijos acudan a nosotros para sentirse seguros, pero ¿no os parecería maravilloso que continuaran haciéndolo también en un futuro, cuando se hayan convertido en adultos independientes?
Por eso, personalmente me haría tremendamente feliz que mis hijos tengan la certeza de que siempre encontrarán en sus padres su refugio, el hombro sobre el que llorar cuando las cosas no vayan bien, las primeras personas en quienes confiar o con quienes compartir esa noticia maravillosa.
Que tengan buena relación de hermanos
En caso de tener más de un hijo, la felicidad para unos padres también es ser testigos de una buena relación entre hermanos. Ver a nuestros hijos jugar juntos, disfrutar de la compañía mutua, tenerse los unos a los otros, e incluso pelearse y solucionar sus problemas de forma respetuosa, es una de las mayores satisfacciones que podemos sentir.
Que nuestros hijos sean buenas personas
Si pensamos en cómo nos gustaría que fuera nuestro hijo en un futuro, seguro que una de las características que más apreciaríamos sería que fuera una buena persona.
Por eso, cuando a través de acciones y gestos cotidianos somos testigos de cómo nuestros hijos se preocupan por los demás y son empáticos y respetuosos con las necesidades de quienes nos rodean, es normal sentirse tremendamente orgulloso y feliz.
Disfrutar de unas vacaciones en familia
Si valoramos otros aspectos más mundanos, personalmente una de las cosas que más feliz me hace es disfrutar de unas vacaciones en familia. Estar de vacaciones me relaja y me permite conectar de forma plena con mis hijos, sumergirme en sus locas aventuras infantiles, y disfrutar de la felicidad de las pequeñas cosas.
Disfrutar de tiempo para mí y en pareja
Pero tener tiempo para uno mismo y para disfrutar de la pareja también repercute positivamente en los hijos y en su bienestar, y por eso deberíamos ser conscientes de la importancia de dedicarnos ratitos que nos hagan sentir bien y nos aporten felicidad.
Y es que disfrutar de tiempo de calidad para mí, así como hacer planes a solas con mi pareja sabiendo que mis hijos están bien atendidos y felices disfrutando de la compañía de sus abuelos o sus tíos, también me hace tremendamente feliz.