Otro de los cereales de los que merece la pena hablar especialmente refiriéndonos a sus cualidades para la alimentación infantil es el centeno, otra gramínea con gluten, que introduciremos a partir de los siete u ocho meses.
El centeno es un cereal poco usado en la alimentación humana actual, pero ha sido un recurso alimentario importante en tiempos pretéritos, especialmente en la Europa no mediterránea, por su adaptabilidad a suelos de poca fertilidad y a climas más fríos.
Su contenido en proteínas no llega al 10 por ciento y su cantidad en gluten es baja, por lo que los panes elaborados con él son consistentes, densos y suben poco al contacto con la levadura. Tiene más fibra y más hidratos que el pan blanco, y menos grasa. Además proporciona vitaminas B1 y B2, y minerales como sodio, calcio, potasio, hierro y fósforo.
Su sabor, suavemente amargo en la garganta, puede resultar chocante para los niños, pero precisamente por eso, combinado con otros alimentos más suaves, resulta delicioso una vez te acostumbras.
También lo podemos encontrar incluído en las papillas multicereales y en copos para desayuno o muesli. La harina sirve para hacer, además de pan mejor mezclada con trigo, pasteles y galletas. Además, con el grano entero, previamente puesto en remojo y cocido, se pueden hacer guisos y añadirlo a salteados de verduras, dándoles un toque diferente.
Y es que para introducir y mantener una buena dieta los cereales son importantísimos y no es la mejor manera de tomarlos en pan blanco, sino que es conveniente introducir diferentes variedades y preparaciones, como las que incluyen centeno.