Niños que se comparan constantemente con otros: por qué lo hacen y cómo ayudarles

Niños que se comparan constantemente con otros: por qué lo hacen y cómo ayudarles
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¿Tu hijo se compara constantemente con otros niños? ¿Por qué lo hace? ¿Tiene esto que ver con una baja autoestima? Podría ser, aunque no siempre es así.

En este artículo reflexionamos sobre el por qué de esas comparaciones, cuándo se convierten en dañinas y qué se esconde tras todo ello.

También, hablamos de algunas estrategias para acompañar a tu hijo en la construcción de su identidad y de su amor propio.

¿Por qué se comparan los niños?

Todas y todos nos comparamos, tanto niños como adultos. Y hasta cierto punto, es normal hacerlo (para reafirmarnos, mejorar, "ubicarnos", buscar nuestra propia identidad...).

De hecho, según la Teoría psicológica de la comparación social del psicólogo Leo Festinger (1954), las personas evaluamos nuestras propias opiniones, capacidades y habilidades comparándolas con las de los demás.

Esto lo hacemos, sobre todo, en situaciones de incertidumbre, cuando es difícil medir nuestras habilidades de forma objetiva o realista.

En función de con quién se comparen los niños (y de los criterios que utilicen para ello), lógicamente, estos sentirán que sus habilidades, capacidades o características personales son más o menos buenas, correctas o adecuadas.

Así, los niños (y los adultos en general) se comparan, a grandes rasgos, por dos grandes razones:

Para autoevaluarse

Los niños se comparan con otros, normalmente sus iguales, para autoevaluarse, ya que, como todos, necesitan evaluar sus opiniones y capacidades, y por ello recurren a algún criterio externo (en este caso, los demás).

Y ya que, como muchas veces, estas opiniones y capacidades no se pueden evaluar mediante observaciones empíricas, deben recurrir a algo externo. Y lo más "fácil" para ellos es hacerlo con sus iguales o compañeros.

Para mejorar o reafirmarse

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Los niños también se comparan para mejorar o reafirmarse, aunque a veces no se den cuenta de ello, o para conseguir desarrollar habilidades que los otros sí poseen.

Y es que si las comparaciones se enfocan adecuadamente (no tanto como "ser igual que el otro"), pueden servir como fuente de motivación. Así, los otros también pueden ser modelos a seguir en algunos aspectos.

¿Tu hijo se compara constantemente? Posibles causas

Como hemos visto, aunque es "normal" que los niños se comparen de vez en cuando, o en ciertos aspectos, no lo es tanto compararse continuamente (lo que además, puede dañar mucho la autoestima).

Así, las dificultades surgen cuando esa comparación es constante. En este caso, ¿por qué se comparan tan a menudo los niños?

Quizás haya algún complejo de base

El hecho de tener un complejo hace que los niños se comparen más de lo habitual. Los complejos son aquellas creencias negativas o distorsionadas sobre el propio aspecto físico o psicológico.

Son aspectos que no nos gustan de nosotros y que, además, nos causan inseguridades, porque los vivimos como "defectos". Por ejemplo, ser "demasiado" alto, "demasiado" bajo, tener la nariz o los dientes de una determinada manera, etc.

Si ese aspecto en concreto de su cuerpo, al niño no le gusta, es probable que esto estimule su comparación con los demás. En esas comparaciones, a menudo "buscan" sentirse mejor, aunque generalmente sucede lo contrario.

Inseguridades

Little Girl Sitting Backwards With Brown Teddy Bear

Las inseguridades van muy ligadas a los complejos, aunque no todos los niños que son inseguros tienen complejos. Cuando hablamos de inseguridades, nos referimos a ideas preconcebidas sobre nosotros mismos que nos hacen sentir inferiores, menos capaces, menos hábiles, menos guapos...

Es decir, ideas negativas y distorsionadas, que llevan a los niños a evitar relacionarse, a decir lo que realmente piensan y, también, a compararse con los demás.

Complejo de inseguridad

Y finalmente, enlazando los dos conceptos anteriores, aparece el complejo de inseguridad en la infancia. Los niños con complejo de inseguridad manifiestan una serie de síntomas, como inseguridad, baja autoestima, ideas poco realistas de sí mismo, distorsión de la imagen corporal, etc.

Son niños que siempre piensan que los demás son mejores que ellos, y que se comparan a menudo (lo que se convierte en un círculo vicioso; "me siento inferior, me comparo con los que creo que son mejores que yo, y me siento aún peor").

Cómo ayudar a los niños que se comparan

¿Crees que tu hijo se compara excesivamente con los otros niños? Sobre todo, ¿con aquellos que ve como mejores que él? Si es así, te animamos a poner en práctica alguno de nuestros consejos:

Refuérzalo siempre que puedas

El refuerzo positivo es una estrategia ideal para trabajar en una autoestima positiva. Reforzar implica poner atención en todo aquello que tu hijo hace bien (no solamente decirle lo precioso que es, ¡que también!).

Implica sobre todo elogiarlo, destacar sus puntos fuertes y ofrecerle mucho amor por todas aquellas conductas o aspectos de sí mismo que son positivos.

Entender la causa de lo que le sucede

Si tu hijo se compara constantemente con otros niños, es importante que lo observes y le escuches bien. ¿Con quién se compara? ¿Qué dice sobre sí mismo cuando lo hace?

¿Se compara con niños "mejores" que él en algún aspecto? ¿O con niños menos habilidosos? ¿Cómo se siente al hacerlo?

Buscar la respuesta a todas estas preguntas os ayudará a entender la causa de lo que le sucede. Y trabajar en la causa es mucho más efectivo que trabajar en el síntoma. Entendiendo lo que le ocurre, estás más cerca de ayudarlo. Ahora veremos cómo.

Haz que se cuestione por qué se compara y cómo esto le hace sentir

Esto es más fácil de hacer en niños un poco más mayores (a partir de los siete u ocho años), ya que es cuando pueden hacer un proceso de introspección mayor.

Es importante que tu hijo pueda preguntarse por qué se compara y, sobre todo, que tome consciencia de cómo eso le hace sentir. ¿Hacia qué emociones le conduce? ¿Angustia? ¿Tristeza? ¿Inseguridades?

Hablad sobre lo que no le gusta de él

Por otro lado, también es importante que tu hijo tenga un espacio en el que hablar de cómo se siente. Está bien hablar de aquellas cosas que no nos gusten de nosotros, y no tiene por qué ser un tema tabú.

Pero desde el amor, la aceptación y la validación de sus emociones. "Quizás lo que no te gusta hoy de ti mismo puede convertirse en un tesoro mañana, en algo que te diferencie, en tu seña personal".

"El amor propio tiene muy poco que ver con cómo te sientes con tu apariencia. Se trata de aceptar todo de ti mismo".
-Tyra Banks-

Potenciar la aceptación y el amor propio

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Y es que este es el mensaje que debemos transmitirle a nuestros hijos: que habrá cosas que no les gusten de sí mismos, y no tienen por qué machacarse por ello. Es lícito que se sientan así.

Sin embargo, ese rechazo puede convertirse en aceptación con el tiempo. Es un proceso que requiere tiempo y paciencia, y, sobre todo, mirarse con mucho amor.

Por ello es tan importante el refuerzo positivo del que hablábamos al principio; poder reforzarlos como padres y madres, pero también, que puedan reforzarse ellos mismos, descubriendo lo increíbles que son solo por el hecho de existir.

"Lo mejor del mundo es saber cómo pertenecer a uno mismo".
-Michel de Montaigne-

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